Libro: Bailar junto a las ruinas (2017)
Sonreír y sangrar al mismo precio
Solo sabía
huir…
Varón
caucásico de edad en cuenta
regresiva y
nula solvencia económica, inquieto
neutrón por
el campo electromagnético de la
vida, con
demasiados nombres añadidos entre la
realidad y
su persona; con una angustia
que no
sabe, no contesta, ni perdona.
Solo sabía
huir…
Presumiendo
de la hidalguía de un péndulo de
polvo; su
madre le advirtió desde pequeño
“nunca se
te ocurra ponerle alas a los lobos”.
Tan pobre
de glorias que quiso quedarse
con las que
otros dejaron tiradas;
antídoto
saturado de contraindicaciones.
Solo sabía
huir…
Y brindar
por las aspas de las historias
desorientadas;
con la sensación de que todo está
perdido, y los relojes solo señalan mordiscos
del
pasado; aunque sea imposible guarecerse de una
llovizna de lágrimas, y no resulten
recomendables
las
respuestas fabricadas a golpes de puño.
Solo sabía
huir…
Del
borrador donde se fugó su primera metáfora
truncada, vestido por una juventud
que se
derrumba, con
lágrimas ásperas, puntuales;
y su
excepcional costumbre de bailar junto a
las
ruinas. Estornudaba
aguaceros y silencios,
para
sonreír y sangrar al mismo precio.
Solo sabía
huir…
Como quien
contempla una estatua de
mármol
esperando que un día eructe.
Rezándole a
la impunidad que
otorga el
exorcismo de la lejanía,
buscando el
pequeño milagro de que lo
efímero se
transforme en perpetuo.
Solo sabía
huir…
Y aferrarse
a la circunspección,
a la
amnésica daga que rasga la noche,
a la mirada
estancada en el cemento
ahuecado…
Sin detenerse a observar que
aquello que
fue y seguía siendo
iba siempre
colgando de su espalda.
Solo sabía
huir…
Indultando
promesas hechas a regañadientes;
condenado por la campana, que por jactarse
de
siniestra, repiquetea en código morse,
titubeando
en un ideal de absurdos, malversando
emociones,
deseando encontrarse unos versos de
Jorge
Manrique flotando en el aire.
Solo sabía
huir…
De su
madriguera de espejos incomprendidos,
afinando su
demagogia en corrales ajenos,
practicando
el más desaconsejable de los actos:
Dejar
escapar la felicidad justo cuando empezaban
a tutearse.
(Cada quien hace de sus propias
carencias
un clamor en harapos).
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