Apuntes sobre la poesía y los poetas

Libro: Bailar junto a las ruinas (2017)

La poesía es como un perro que ladra;
aunque a veces aprende a morder,
para recortar con palabras un trozo
del mundo a su imagen y semejanza.
La poesía es una moto despintada
transitando por resecos matorrales.

El poeta interrumpe los
silencios predicando malentendidos
(comúnmente llamados metáforas).

La poesía es el disfraz que se pone
el alma cada vez que se desnuda.

El poeta ve germinar un verso
en cada nueva cicatriz; payaso
en decadencia que aprende
a improvisar entre las sombras;
radar que verifica dónde persisten
anfibológicos rastros de esperanza.

La poesía ama,
se lamenta,
llora.

Poesía es la astucia temblorosa
de andar siempre a la deriva.

Al poeta se le puede exigir que al momento
de abordar lo tangible, sea un poco
menos miope que sus contemporáneos;
porque cuando no ejerce su rol como es
debido, termina haciendo terrorismo literario.

La poesía es un pulmón de madera
pudriéndose en el fondo de un lago, pero
que tarde o temprano consigue emerger.
Es la búsqueda difidente de quien solo anhela
vaciarse de contenido; asumiendo este ejercicio
como la única forma posible de liberación.

El poeta deambula,
mueve la cola,
implora.

¿Quién le manda al poeta a andar hurgando
bajo el ala del sombrero la frase nunca dicha?

El poeta esparce sus ideas descabelladas
sobre el mar, engañando a la palabra
en la perenne víspera de un imposible.
Es verdaderamente poeta cuando anda
garabateando su cuaderno en medio del
incendio. (O a dos metros del apocalipsis).

Para el poeta es el peor de los pecados
transformar la metáfora en discurso
(la metáfora no busca convencer sino hechizar).

La poesía busca la
destitución de lo imposible.

La poesía sustituye a quien está de
vacaciones de sí mismo, peatonal
solitaria que cada tanto visita
algún turista; anhelo del bienaventurado,
danzando entre ventiscas de arena.

Al mismo tiempo, esqueletos fachendosos
recién salidos de un sepulcro nada santo,
cansados de mirar siempre de afuera, se
especializan en poblar de etiquetas la poesía,
tratando de explicar lo inexplicable.

- Y yo sigo sin conocer ningún avión
que vuele más alto que los poetas -

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